Diego pulsaba con ímpetu los botones del mando de la videoconsola. Su amigo Javier le estaba ganando el partido por uno a cero. Las voces y los gritos llegaban al otro extremo de la habitación. Su madre, Remedios, salía por la puerta de la habitación tratando de calmar los ánimos. Se había maquillado y arreglado para salir. El perfume que siempre se echaba llegaba hasta las fosas nasales de su hijo que cerraba los ojos con fuerza y aspiraba profundo para deleitarse con él. 

-Comportaos y bajad el tono de la voz que molestáis a los vecinos. 
-Es temprano mamá. No te preocupes. ¿A donde vas? 
-He quedado con Félix para cenar. En la nevera tenéis croquetas. Caliéntalas dos minutos en el microondas.  

Félix era el hombre con el que Remedios llevaba saliendo cerca de un año, después de que se separara de su marido, un borracho que acabó por irse al norte, al mar. Diego, que acababa de cumplir la mayoría de edad estaba pendiente de un trabajo en un almacén de paquetería. Estaba esperando la llamada, gracias a un contacto amigo de su madre, ya que la cosa estaba muy mal por la crisis. Al menos podía tirar con lo que le pagaban a su madre, que trabajaba en una empresa de limpieza desde hace años y fue de las pocas que quedaron tras un recorte de empresa masivo. No era mucho pero al menos la casa estaba pagada y daba para comer. 

Remedios abrió la puerta para marcharse cuando torció el cuello y abrió los ojos en forma de sorpresa al ver el festival de la cocina. 

-¡Diego! ¿Qué te dije sobre los platos éste mediodía? 
-Lo sé mamá. Es que llegó Javi y por una cosa y otra al final se me pasó. 
-Ya no eres un niño para que se te olvide. Demuestra responsabilidad. Cuando llegue quiero ver el fregadero vacío y limpito. ¿Vale? 
-Sí madre. Pásatelo bien. Un beso. 
-Adiós, te quiero. Adiós Javi. 

Tras la despedida, los jóvenes se miraron con cara de asco para hacer la gracia pero ambos sabían que Remedios era una buena madre y una mujer fantástica. Había sufrido mucho en la vida pues no tuvo una infancia fácil. Fue una mujer que salió sola adelante muy joven, alejándose de los suyos para trabajar y enfrentarse a una vida extraña en solitario. El resultado fue llegar a conocer a su primer marido y como respuesta, el regalo más grande que una mujer puede tener, un hijo al que pusieron de nombre Diego. Todo lo demás fue secundario y aunque quedó sola en la hazaña de la crianza, lo hizo lo mejor que pudo. Diego lo sabe y por ello cada día que pasa la quiere más aunque se lo diga menos. 


Javier se tenía que marchar. Después de comerse un buen plato de croquetas caseras de pollo, dejó a su amigo en la soledad de la noche. Soledad que no dudó en romper poniendo una película de su director favorito. En el transcurso de la noche y debido a la actividad del día, Diego se comenzó a quedar dormido hasta que fue despertado por el timbre del teléfono. Extrañado, miró el reloj. Era ya muy tarde. 

-¿Si? ¿Quién es? 

La voz del otro lado era del hospital. Le acababan de comunicar que su madre había fallecido en un accidente de tráfico. Conducía Félix cuando fueron embestidos por un camión que había perdido el control. Confuso, raudo y moviéndose de un lado para otro, Diego busca una chaqueta, su cartera para pagar un taxi y las llaves de la casa. Seguidamente salió por la puerta donde vio a su madre con vida por última vez. Entre lágrimas y ahogo no puede explicarse cómo ha podido ocurrir algo así, pocas horas antes de ver a su madre con vida. No es algo que aguarde cualquiera pues no es una enfermedad que aletarga el paso de una muerte que se pueda esperar. Es mucho más duro cuando todo se va de forma tan fugaz. El cuerpo no está preparado. 

De éste modo, Diego se va y nosotros nos quedamos en la puerta de entrada, la cual se ha abierto y cerrado en innumerables ocasiones a lo largo del tiempo, viendo pasar a la gente, ofreciendo cobijo bajo su techo, cerrándose en las narices de vendedores ambulantes y siendo sostenida por su madre mientras ella le daba la última orden a su hijo y le decía que lo quería. 

Pasan los segundos, los minutos, horas, hasta dos días después de que Diego saliera por allí. Nuevamente se vuelve a abrir, con un Diego quebrado, cabizbajo, con los ojos morados de tanta lágrima derramada. Cuelga las llaves y se sienta en el sofá. Nadie ha estado allí desde su marcha. No sabe qué hacer. Se queda mirando a la pared, no tiene ganas de poner la televisión y menos aún de escuchar música. Solo quiere silencio. Se comienza a quedar dormido y la cabeza se le va. Con el movimiento abre los ojos y hace un esfuerzo por levantarse para irse a la cama. Se tortura cuando ve en mitad del pasillo una foto de ellos dos disfrutando en un viaje a un parque de atracciones hace algunos años. Cae rendido a la cama entre lágrimas. Los ojos hinchados le incomodan y no puede dejar de pensar en ella. 

La recuerda y la recordará como lo que ha sido, la mejor madre que podía tener. Pero en esos momentos de trance, solo tiene en mente la última vez que le habló antes de marcharse, dando una muestra de cariño más como solía hacer, al despedirse, diciéndole que lo quería. Diego se maldice por dentro por no habérselo dicho más a menudo. Entre pensamientos y dolor, es vencido por el cansancio. 

Pasan dos horas cuando es alarmado por algo. Abre los ojos como si se fuese a acabar el mundo. Se levanta rápidamente y tambalea por el pasillo. Entre sueños, recordó aquellas últimas palabras con su madre, su última imploración. Diego, llorando en la cocina con más intensidad, musita: "Sí, mamá. Te quiero" mientras coge el estropajo para fregar los platos, tal como su madre le pidió antes de irse.

Hola a todos. 

Soy Dante Martín, director y redactor de la página de cine CyB www.cinebso.net
Nacido en Granada pero viviendo en Málaga desde muy pequeño.
Una de mis pasiones también se deriva en la escritura y con ésto lo único que pretendo es exponer algunos de mis relatos, ideas y paranoias que me invaden en la cabeza y que no podría exponer en cualquier otro sitio. Así, sin regirme bajo una sola temática, podréis encontrar estilos diferentes con los que me he sentido mas a gusto escribiendo en ciertos momentos.

Espero que disfrutéis con la lectura y si os agrada, ¡podéis recomendarnos!
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